José y sus seis perros transitan sus días en la calle. El hombre pide ayuda para vivir dignamente y que tanto él como sus animales no estén en peligro.
José Antonio Vega tiene 44 años. Lo encontramos a metros de la puerta del Club Echagüe. Alguien dijo que vive ahí. Nunca escuché una palabra que vaya tan en contra mano de lo que describe. José y sus seis perros están ahí, efectivamente, mirando todo, miran y esperan, pero no viven, duran.
Según un vecino, de los diez que se acercaron para ver qué pasaba por la presencia de la cámara, “el Gitano” es un hombre que entra y sale de la calle. Últimamente, permanece en ella.
José nos contó que está pidiendo cuidar una casa que se encuentre deshabitada, porque su prioridad no es él mismo, son sus perros. “Al cuidar una casa, yo los puedo dejar ahí y salir a changuear tranquilo”. Esos animales son lo único que tiene, él los cuida y ellos a él. Se tienen. Él no va a hacer con los perros, lo que nosotros como sociedad le hemos hecho, no los va a abandonar.
“Me ofrecieron un lugar de la Municipalidad, pero yo sin ellos no me voy, acá sufrimos los siete”, decía mientras fue interrumpido por un vecino que le preguntó si necesitaba algo: “no tienen alimento ellos”, dijo señalando a la manada mansa. No hace falta decir que él tampoco tiene alimentos.
José necesita de nosotros, de todos, su único ingreso es el IFE, que el gobierno entrega muy en cuentagotas, no le permite asegurarse una vivienda. Tenía un contrato en la Comuna, pero lo dieron de baja con otros cientos. “Estoy de malas”, se lamentó.
Pudimos notar a un hombre sumamente educado, respetuoso y que sonríe. La vereda del inmueble donde duerme está impecable: “limpia, desinfecta, cuida, es amable”, dijo un trabajador que ingresó a revisar la electricidad del lugar.
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