Llegó la liberación de precios: denuncian subas de hasta el 200%

Las horas previas al cambio de gobierno están atravesadas por fuertes subas en los precios de productos de consumos masivos. Algunos programados, otros por especulación, aunque todos con una víctima clara: el bolsillo de los argentinos, tan desgastado por la crisis.20230513_supermercado_pesos_shutterstock_g

Restan apenas horas para el inicio del gobierno de Javier Milei y la antesala de su asunción. Así como el cierre de la gestión de Alberto Fernández, tiene la marca de una birome. En los últimos días se dieron subas superlativas en los precios de productos de consumo masivo, principalmente alimenticios.

“Uno pensaba que no había más techo para subir y, sin embargo, siguen llegando las listas. Con otros colegas recorrimos los mayoristas para abastecer nuestros negocios y fue imposible comprar nada. La harina subió un 40%, fideos un 50% y precio del aceite se duplicó. Galletitas que la semana pasada salían $300 hoy están casi $700. Un desastre”, denunció Fernando Savore, presidente de la Federación de Almaceneros de la Provincia, en diálogo con PERFIL.

No hay producto que, a día de hoy, haya quedado exento de remarcaciones. Por mencionar, se resalta, en el caso de las verdulerías, el morrón, que la semana pasada podía conseguirse a $1000, este jueves ‘cotiza’, en algunos, por arriba de los $3000, más del 200% por arriba.

Similar es el caso, pensando en las fiestas y en las reuniones de fin de año, de las cervezas. Cuando en diciembre del año pasado se podría encontrar, en un mayorista, un cajón por $4000, los comercios de barrio y locales minoristas amanecieron las últimas semanas con valores superiores a los $14.000, un 250% en doce meses.

Devolución del IVA: por qué se anularon reintegros

Con vistas a Navidad, Año Nuevo y las múltiples festividades y cierres de año, algunos también tienen motivos, personales o colectivos, para celebrar, y ahí un elemento de mucha popularidad es la espuma. En noviembre del año pasado, un pack podría encontrarse en cotillones por $2.500, mientras que, este año, los carteles indican un valor, en algunos casos, de hasta $10.000, 300% más a nivel interanual.

Ciertos incrementos son programados, otros buscando dejar atrás la “represión” de la regulación estatal, ya con Precios Justos, pareciera, en el pasado, mismo destino que tendrá la Secretaría de Comercio, y algunos por mera especulación de cara a una hipotética devaluación del dólar oficial, que podría ser de hasta el 100%, el próximo lunes, y la política de ‘libre mercado’ del inminente ciclo de La Libertad Avanza.

“Todos los precios que pueda liberar de la economía, los voy a liberar”, afirmó, hace pocos días, Javier Milei en una entrevista radial con El Observador.

Esto, según el titular de la Asociación de Defensa de Derechos de Usuarios y Consumidores (Adduc), Osvaldo Bassano, “va a ser en contra del consumidor”. “No hay en este gobierno un espíritu de defensa de los derechos de las personas, eso no interesa, interesa nada más que la economía y algo peor, las finanzas”, dijo, en diálogo con El Destape.

Por su parte, para el extitular de la Federación Agraria Argentina, Eduardo Buzzi, “si se libera el mercado, el precio de la carne puede irse a 20 o 25 mil pesos”, lo que convertiría a un elemento de la Canasta Básica Alimenticia en un bien de lujo.

Llenar el changuito, un privilegio de pocos en una Argentina golpeada por la inflación

Más allá de las causas que se puedan esbozar para “justificar” los incrementos, de la que cada actor tendrá su postura y sus diversos argumentos, en una Argentina en donde el ingreso promedio de la población es de $87.310, según el Indec, se hace imposible ya no solo ‘llenar el changuito’ sino tener la posibilidad de planificar.

En la actualidad, no vivir al día es un privilegio de algunos pocos. Y esta dificultad estructural, más allá de algunos matices y medidas particulares, es algo que no ha solucionado ni el gobierno de Alberto Fernández, ni el de Mauricio Macri, salvando los colores de boleta, las diferencias en la política económica aplicada y los funcionarios detrás de ambas figuras.

Todo lo contrario: los dos últimos han sido los gobiernos con mayores índices inflacionarios de los últimos 30 años, uno superando al otro. Mientras que, durante la gestión de Juntos por el Cambio, la variación en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) total fue del 293,5%, en el paso del Frente de Todos por el Ejecutivo, del que aún resta conocerse el dato de noviembre y diciembre, esta cifra se eleva exponencialmente, por arriba del 800%, según datos de la Fundación Libertad y Progreso.

Alerta por la caída del consumo

En medio de este contexto tan adverso, y de un panorama que, tal y como adelantó el Presidente electo, va camino hacia una “estanflación”, lo que simboliza una presión fuerte en los precios, pero una merma o caída, incluso, en la economía general, lo que incluye salarios, la alerta está puesta también en el consumo: que la gente deje de comprar productos básicos y necesarios para el día a día porque no tiene dinero para afrontar esos ‘gastos’.

Según el secretario de Prensa de CAME, Salvador Femenia, “los fuertes aumentos repercuten seriamente en la rentabilidad de los comercios pequeños y medianos” que “absorben las fuertes subas”, ya que “no todo se puede trasladar a los precios”. “La incertidumbre es total”, enfatizó.

Simplificación, consenso y blanqueo: las claves detrás de la reforma tributaria que busca Milei

Cabe remarcar que, a lo largo de todo el 2023 vigente, el Índice de Ventas Minoristas Pymes (IVMP) que elabora la entidad dio a la baja en todos y cada uno de los meses divulgados; y que, según se proyecta, a raíz de los aumentos en los precios, no acompañada por un alza de ingresos, esto podría agravarse de cara al próximo año.

Uno de los sectores más vulnerables, en este aspecto, son los jubilados y pensionados. Eugenio Semino, defensor de la Tercera Edad, sostuvo en este sentido que, a día de hoy, “los medicamentos no se consumen conforme al pedido del médico en término de dosis sino en base a lo que uno tiene en el bolsillo”.

“No da más la situación. Esto lo estamos viendo todos los que hacemos asistencia directa. La gente se nos muere o queda en la calle. Es un panorama realmente gravísimo”, advirtió, en diálogo con Perfil.

Está claro que, mientras los ingresos no suben, el bolsillo de los argentinos es la única víctima de una inflación que no discrimina, entre otros aspectos, la clase social, la ciudad o provincia de origen, ni el color de la boleta que cada persona, con sus ideas, proyecciones y esperanza o, caso contrario, desilusión, insertó en la urna en las últimas elecciones.